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Como señala Diego Urgelés, psiquiatra y responsable de I+D+i de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, perteneciente a la Orden de San Juan de Dios, los estudios psicológicos forenses de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detectan que en todas las sociedades y países del mundo (con algunas excepciones como China) “el 95 por ciento de los suicidios ocurren en personas con una enfermedad mental” pero, aún más alarmante, si cabe, es que “la mitad de ellas no tenían un diagnóstico previo”.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2014 (aún no han salido publicados los de 2015), un total de 3910 personas se quitaron la vida en nuestro país, lo que sitúa al suicidio como la primera causa de muerte en adultos jóvenes por encima de los accidentes de tráfico, “un problema del que nadie habla” denuncia Urgelés.
Las estadísticas muestran cómo cada día 10 personas se quitan la vida en España. “Cada uno de estos hombres y mujeres pasó, probablemente, por un largo periodo de sufrimiento sin encontrar a su alrededor la ayuda que necesitaban” se lamenta Diego Urgelés.
Desde el punto de vista del profesional “cuando estudiamos de una manera más serena los datos, encontramos claramente varios factores que aumentan la probabilidad de que una persona se quite la vida. El consumo de alcohol y otras drogas, el desempleo o el acceso a medios letales son algunos de ellos. Pero por encima de todas estas variables hay una condición que se da en la mayoría de los casos de suicidio. Es en la práctica una condición necesaria, aunque no suficiente, para quitarse la vida: la enfermedad mental”.
Como psiquiatra con una larga trayectoria, Diego Urgelés es firme al afirmar que el análisis factorial dice que “sólo esta circunstancia, la enfermedad mental previa, es mucho más importante que la suma del resto de factores”. “Padecer este tipo de enfermedades es una condición casi imprescindible para llegar al suicidio”, concluye.
En su opinión, la prevención es fundamental para evitar que las cifras de suicidio sigan aumentando en nuestro país. “Aunque algunas comunidades autónoma están poniendo en marcha planes preventivos, casi siempre son estrategias a posteriori”. Según su experiencia, se hace un seguimiento más cercano del caso “tras la detección del riesgo o de algún caso fallido”.
“Sin embargo, todavía nadie habla de atacar la causa” reclama, ya que “el suicidio es una complicación de las enfermedades mentales graves, sobre todo de la depresión y el trastorno bipolar, que están detrás de más de la mitad de los casos.
En su opinión, “los medios que se dedican en nuestro país para la atención de éstas y otras enfermedades mentales son insuficientes, por debajo de la media europea. Nuestros planes de salud mental están muchas veces anticuados y siempre infrapresupuestados. Las estrategias de prevención primaria son inexistentes”.
“Si el suicidio es la consecuencia de no tratar correctamente la enfermedad, entonces la verdadera prevención debería pasar por tener un sistema de salud mental moderno, correctamente financiado, centrado en el paciente y basado en la evidencia científica” concluye.