Tres estudiantes de Terapia Ocupacional de la West Coast University hacen sus prácticas en los centros de San Juan de Dios
Durante tres meses, Lillian, Elizabeth y Celia, alumnas de la West Coast University en Los Ángeles (California) y mediante al convenio de prácticas firmado con el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, han estado en la Clínica Nuestra Señora de La Paz y el mismo Centro San Juan de Dios, realizando sus prácticas de Terapia Ocupacional. Son las primeras alumnas de esta disciplina de la Universidad West Coast que están en estos centros, ya que también desde hace varios años acuden alumnos de enfermería al Centro San Juan de Dios.
Tras siete semanas en el Centro San Juan de Dios, en Ciempozuelos, y cinco en la Clínica Nuestra Señora de La Paz, estas estudiantes del posgrado han podido comprobar cómo se trabaja en la Orden Hospitalaria con las personas con discapacidad y con enfermedad mental.
Durante su estancia, les ha llamado la atención de forma positiva cómo los terapeutas muestran muchísimo cariño hacia los residentes. “En California no son tan cariñosos, aquí se les trata como personas, como iguales, mientras que allí los profesionales ejercen un rol de cierta superioridad”, coinciden en señalar.
Empezaron sus prácticas en el Centro San Juan de Dios rotando por todos los dispositivos de salud mental y por los talleres ocupacionales, siendo tutorizadas por las profesionales de Terapia Ocupacional. Dicha organización ha sido coordinada por la terapeuta ocupacional Maite Mañoso con el objetivo de que en un periodo relativamente corto de tiempo pudiesen impregnarse de las distintas formas de trabajar según dispositivo y de el trato humanizador e integrador hacia el paciente de salud mental de cada una de las profesionales.
Posteriormente Durante su estancia en la clínica, han podido comprobar cómo Tania, al igual que África y Rosa, enseñan al enfermo mental (mejor paciente de salud mental)a gestionar y resolver los problemas, preparándoles así para su vida integrados en la sociedad.
Celia, la única de las tres que ya había trabajado en un centro de salud mental en Estados Unidos, alaba el trato tan humanizado con los pacientes. “Allí al enfermo mental (mejor paciente de salud mental) se le tiene miedo, no se les deja trabajar con tijeras, por ejemplo, porque se desconfía totalmente de ellos”. En los centros de la Orden, sin embargo, se les da autonomía y responsabilidad, además de tratarles como iguales.
Durante su periodo en el centro de Ciempozuelos, no dejan de señalar las Fiestas de la Convivencia, una semana de unión entre todos que les ha impactado enormemente, así como el trato al residente y lo entrañables que son todos allí.
Reconocen en la española una sociedad más abierta y sociable, características que, sin duda, repercuten en el trato con el usuario.
Su decisión de ser terapeutas ocupacionales está marcada por la necesidad de dar felicidad a quienes tienen algún problema y, desde esta profesión, pueden conocer de una manera más íntima a la persona y, por tanto, poder ayudarla a cubrir sus necesidades.
También reconocen en esta profesión la posibilidad de hacer un poco de todo. “Eres médico, profesor, cuidador…”, admiten. No saben si en el futuro se decantarán por la salud mental, pero valoran muchísimo esta experiencia ya que son conscientes de que todo lo que sucede en la persona repercute de una manera u otra en su mente.
Pero sea el que sea el campo en el que desarrollarán su labor, de lo que sí están seguras es que de su experiencia en los centros madrileños se llevan la confianza, la autonomía y el tiempo dedicada a cada paciente.